Se respira una atmósfera muy particular en este pequeño hotel conocido en la isla como “El Hotelito”, no sólo por la posición extraordinariamente única sino también por la larga historia de este lugar fuera del mundo.

1984

En 1984 entró en el Guiness de los primates como El Hotel Más pequeño del mundo, un reconocimiento de que Puntagrande es un lugar único y especial que no se puede encontrar en ninguna otra parte de la tierra!

Cada piedra, cada rincón del hotel, cada decoración en las paredes cuenta una historia de aventuras en el mar y de viajadores intrépidos para escuchar con los oídos y saborear con la mirada.

El edificio data desde 1830, una casa de apenas 40m2 mandada a construir sobre una lengua de rocas mecidas por las olas del océano y por el viento del maestral.
Seguidamente se levantó la segunda planta y bien pronto aquella construcción se convirtió en el centro del comercio del valle, utilizado para almacenar vino, futa y otros productos que después serían exportados a todo el mundo, incluida el agua del Pozo de la Salud, una fuente de agua minero-medicinal a la cual se le atribuyeron propiedades curativas desde el siglo XIX.
A principios del 900 la zona vive un periodo de gran crecimiento comercial y en el muelle se coloca una grúa que facilitaba las actividades de carga y descarga de los barcos que allí atracaban.
Las características tan particulares del edificio, su posición de oasis de belleza y de paz en medio del océano hacen que la estructura se transforme muy pronto en una posada para turistas y viajeros.
En 1948 Francisco Padrón Villarreal se enamora de este lugar y adquiere la propiedad de la casa pero solo años después, en 1969, nace un verdadero y propio interés en la gestión turística de la misma, empezando por un bar-restaurante.

Parte integral de la belleza natural que lo rodea.

En Noviembre de 1975 la estructura, en condiciones de decadencia, es restaurada por el arquitecto José Luis Jiménez Saavedra, que además de limitar al máximo el impacto ambiental para el hotelito, efectúa las medidas necesarias para garantizar la seguridad del edificio también durante las tempestades.
El arquitecto Jiménez Saavedra tuvo un gran tacto al proyectar el hotel, integrándolo en el paisaje circundante, proveyéndose de numerosos elementos recolectados en el mismo ambiente natural del lugar, como los leños nobles que podemos encontrar en varios puntos, o las piedras de lava con que se constituyeron los muros del edificio.
La escalera interna fue diseñada por el artista canario Néstor de la Torre y las pequeñas columnas que la componen se recuperaron de las demoliciones del viejo Ayuntamiento de Telde. Una grande raíz de haya queda suspendida desde el techo y una raíz de Sabina decora una de las paredes.
El interior del hotel es un verdadero y propio himno al mar, rico de objetos de la tradición y de la historia naval de la isla, tanto como para ser reconocido como espacio de museo y lugar de interés cultural.
En 1984 entró en el Guiness de los primates como El Hotel Más pequeño del mundo y en el mismo año el Ministerio de Informaciones y del Turismo, asignó al restaurante Puntagrande la placa oficial de bronce al Mérito Turístico y en 1991 el Gobierno de Canarias confirió al hotel la Medalla de Plata de “Importantes del Turismo”.
Como afirmó el Presidente del Cabildo de El Hierro, Alpidio Armas, la historia de la isla está interconectada a este pequeño hotel, que se ha convertido en un emblema de la isla.
En 2019 el Consejo de Gobierno de Canarias ha declararado Bien de Interés Cultural (BIC) con categoría de Sitio Etnológico el Hotel Puntagrande.

2018

En 2018 el Hotel Puntagrande es comprado por David Nahmis y su mujer Paula a D. Lamberto Wagner y su mujer Britta, que con sus tres niñas Marta, Sophie y Noa se trasladaron a Tenerife hace algunos años y tras visitar la Isla de El Hierro y ver el Hotelito se enamoraron del mismo y decidieron trasladarse (una vez más) al mismo para empezar esta nueva aventura y una nueva vida a bordo del pequeño pero maravilloso buque Hotel Puntagrande.
Llenos de entusiasmo, de energía y de coraje, han tarído al Hotel Puntagrande una oleada de aire fresco y están preparados para acoger, siempre con una sonrisa, a todos los huéspedes que pasaran por este pequeño hotel.

Vivir la mágia a través de las personas que han formado la historia del hotel

Una conversación con personas que lo gestionaron durante muchos años, cuidando cada aspecto con el amor y la dedicación que uno reserva para su propia casa.

Entrevista a Miguel Torres

Entrevista a Gemma Chinosi

Gemma es una mujer italiana de fuerte carácter y muy simpática que llegó a la isla en el 64 para visitarla y se enamoró de ella hasta tal punto que pocos meses después volvió y se trasladó a la misma definitivamente. En en 79 adquirió la gestión del Hotel Puntagrande.

¿Por qué decidió venir a vivir a El hierro?
Cuando volví de Italia, después de haber visto las Canarias y esta isla en particular, cogí la “fiebre de El Hierro”, como quien ama su patria. Volví, aquí en Las Puntas ni siquiera habían carreteras pero las maravillas de esta isla me habían conquistado. Es el efecto que ejerce, nunca he visto un cielo con tantas estrellas como aquí.
A veces, cuado se pone el sol, se ve un rayo particular sobre el agua que se llama “el rayo verde”. Se trata de un evento raro y quien tiene la suerte de llegar a verlo queda encantado.
¿Cómo fue administrar el Hotelito?
Mucho trabajo y muchas satisfacciones. Llegaban clientes en barco incluso a las tres de la madrugada, mientras los pescadores solían regresar a las cinco con las arcas llenas de langostas.
¿Cómo se duerme en medio del océano?
Todos han dormido siempre muy bien aquí porque las olas del mar no te molestan, todo lo contrario, te mecen.